sábado, 20 de marzo de 2010

Mi familia de Ostional

Al sur de Nicaragua, en san Juan del Sur, en el departamento de Rivas, existe una pequeña comunidad costera de mil habitantes llamada el Ostional. Esta comunidad lleva a cabo un tipo de turismo rural comunitario típico en esta zona, acogiendo turistas en casas partiulares, diviendo por familias el hospedaje y la alimentación. De esta manera, nos dividimos de dos en dos, y nos acomodamos en una casa para dormir, y en otras para comer. En mi caso, Laurina y yo tuvimos el placer de compartir unos días con una familia encantadora. Desde que llegamos nos abrieron las puertas de su casa como dos miembros más de la familia, y fue un auténtico placer formar parte de ella. Aprovecho el vídeo del informe de jefa de día para presentaros a mi nueva familia nica. Una imagen vale más de mil palabras, ¿no? Pues allá va. Prometo volver a escribir muy pronto porque la aventura aún no ha terminado. Besitos y achuchones a mis dos padres, a mis dos madres, y a mis siete hermanos.



viernes, 19 de marzo de 2010

Ometepe, la isla de la felicidad

Ometepe significa "dos montañas" y es una isla en medio del Gran Lago de Nicaragua con dos volcanes, uno es el Maderas (1394 metros de altura), que se dejó subir por mis pies, y otro más alto, el Concepción (1610 metros), que aún sigue activo y que nos recibió con bocanadas de humo y ceniza a nuestra llegada.




El Maderas era llamado Coatlán ("lugar donde vive el sol") y el Concepción era denominado Choncociguatepe ("hermano de la luna"). Según dice una de las leyendas más antiguas de la isla, la isla nació tras la trágica historia de amor entre la india Ometepetl y el príncipe Nagrando, dos jóvenes que pertenecían a tribus enfrentadas. Al ser perseguidos por sus padres, decidieron terminar con su vida y murieron a pocos metros uno del otro: de Ometepetl nació la Isla de Ometepe y de Nagrando surgió la Isla Zapatera, ambas en el gran Lago de Nicaragua.

En este escenario de leyendas y mitos, y rodeados de volcanes y agua dulce, nos recibieron en la Finca La Magdalena, a las faldas del Maderas. Se trata de una finca dirigida por 24 familias que producen café orgánico, plátanos, leche, miel de abejas, maíz, frijoles, arroz, vegetales y que contribuyen a la protección del medio ambiente. En este lugar, idílico para relajarse, encontrarse con uno mismo y disfrutar de la naturaleza, nos recibieron con los brazos abiertos no solo las familias y sino todos los huéspedes que allí estaban, venidos de todas las partes del mundo con los que formamos una auténtica comuna hippie, entre hamacas, tijeras para dormir y mosquiteras. Nos acomodamos a la perfección, y en cuestión de un momento, aquella habitación para catorce se había convertido en un auténtico Chill-out. Eso sí, por la noche el silencio era interrumpido por los monos congos, comúnmente llamados "monos aulladores" por el tremendo sonido que emiten , que se oyen a varios kilómetros a la redonda y que os puedo asegurar, estremece.



El plato fuerte de Ometepe fue sin duda la subida al volcán Maderas. Se trataba de lograr el equilibrio cuerpo-mente, y conseguir superarnos a nosotros mismos. Con mucha preparación psicológica (y en ningún momento física) nos enfrentamos al enorme gigante dispuestos a ganar la batalla. Fueron cuatro horas de subida entre raíces, piedras, y mucho barro hasta llegar a la cima. Elmer, el guía, me acompañó toda la subida, y aguantó mis quejas, mis arrebatos de arrepentimiento y mis historietas, y hasta me escuchó cantar muerto de risa mil canciones para que aquello pasara cuanto antes... ¡Gracias por tu paciencia, Elmer!





Una vez arriba, volvimos a descender de nuevo hasta llegar al cráter del volcán, una enorme laguna verde de 300 metros de longitud y hasta nueve metros de profundidad, toda una maravilla imposible dentro de la montaña.






Tras las cuatro horas de empinada subida, con el equipo de compañeros de Telextremadura grabando en cada repecho, comenzamos la bajada. Fueron más de tres horas, luchando por aguantar el tipo y no caerme rendida de cansancio en cada roca. Las piernas temblaban y los tobillos flaqueaban, pero la aventura había valido la pena, y llegar al ranchón para tomarme un jugo de limón tumbada en el suelo fué el premio final. Lo había logrado, había superado una prueba conmigo misma, y me había demostrado algo importante. Lo conseguí; subí al Maderas.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El paraíso de Poneloya




Sábado, playas de Poneloya. El pacífico en su estado puro.

Estamos en la playa, y no en cualquier playa. Poneloya, en la costa oeste de Nicaragua, nos recibe llena de fuerza y con todo su explendor. Desde el autobús vemos la línea azul del horizonte a lo lejos y un hormigueo me recorre la piel, hemos llegado al punto más deseado de todo nuestro viaje. Habíamos escuchado mucho a cerca de este lugar, y todo había sido demasiado poco en relación a lo que hemos encontrado. El autobús se mete por un pequeño camino de acceso a una casa y aparca en el jardincito de la entrada. Camino unos pasos y me encuentro con una pequeña casita de madera, con una cocina muy amplia que comunica con el porche por una barra americana. Las otras tres estancias son un cuarto de baño y dos habitaciones, una de matrimonio y otra con tres camas. Está claro que hoy dormimos en la playa. En el porche cuelgan dos hamacas de colores, y móviles de conchas colgados del techo que tintinean al ritmo de la brisa. En la parte de atrás de la casa, más hierba, sillas, mesas, más hamacas y un caminito con palmeras a ambos lados. Camino un poco más y de repente... la arena en mis pies. Caigo en la cuenta de que la casa pertenece a la playa, ¿o la playa a la casa? y pienso de nuevo, que la magia me volvió a sorprender. Una inmensa playa de arena negra y olas impresionantes me saluda, y derepente me vuelvo diminuta a su lado. Nadie alrededor y el sol, colgado como un cuadro de Monet, nos esperaba para esconderse y deleitarnos con su belleza. El mar hipnotiza con el rugir de sus enormes olas, sabemos su mensaje. Aquí el mar es peligroso y hay que guardarle respeto. Comenzamos a vivir la leyenda de Poneloya... El vuelo de los pelícanos a ras de las olas da paso a la caída del sol mientras damos un paseo entre espuma blanca. Miles de conchas blacas en nuestros pies, y en el cielo comienzan a aparecer los primeros colores rosáceos. Después de unos minutos, vimos como aquella enorme esfera roja nos guiñaba un ojo, y nos surruaba que aquél sería el atardecer más bello que jamás veríamos. Sentados en la arena, casi haciendole una reverencia al cielo, dejamos que los minutos se fueran con la mirada fija en el sol, y en los colores que poco a poco iban apareciendo. Las olas rompían en nosotros dejándonos mojados y cubiertos de arena negra... Voces... cinco, cuatro, tres, dos , uno "¡Se fué!" Se fué el atardecer de Poneloya, el atardecer más bonito de mi vida, al lado de gente muy especial.


De catedrales, poetas y otras delicias

León es una ciudad colonial y colorida, "caliente" como nos advirtieron, ya que los 38 grados que nos acompañaron todo el día dieron fe de ello. Jacinto, el guía que nos acompañará nos recibe con orgullo en una amplia plaza llena de sombras de árboles y puestecitos de licor de dulce de leche. Pronto entramos en la catedral y en seguida nos habla de su embajador más internacional, el poeta Rubén Darío. La catedral llama la atención por su luminosidad y sencillez. Desde la segunda planta observamos las vistas de la ciudad. Estamos rodeados de cúpulas y campanas y un poco más allá, en la línea del horizonte se elevan volcanes y más volcanes. En la planta baja descubrimos la tumba del poeta, con un enorme león afligido por su muerte tumbado sobre él. Los niños a mi alrededor me piden unos pesos, y al final salen en la foto...




El calor va haciendo mella en nosotros, y por más que bebemos y buscamos sombra, nos da la sensación de que nos vamos a derretir en cualquier momento. Jacinto nos lleva a un mercado típico en el centro de la ciudad, por el camino nos cuenta a cerca de los murales pintados en las calles con el rostro de algunos estudiantes que murieron en un acto de protesta ante el gobierno somocista. A estas altura ya os habréis dado cuenta de que el pueblo nicaraguense aún está impregnado de la revolución sandinista, y para ello no hace falta nada más que echar un vistazo alrededor; carteles de Daniel Ortega en las puertas de las casas, y los colores negro y rojo del Frente Sandinista de Liberación Nacional pintado hasta en la farolas.

El mercado huele a pescado, a jabones, a fruta fresca y a carne asada. Los puestos se superponen unos a otros, y las mujeres vendedoras apuran el gallopinto sentadas en cualquier butaca en medio del desorden. Nos llaman "chelitos" por el color claro de piel, y nos reclaman atención a cada puesto para comprar cualquier cosa, desde bananos hasta natacamal. Y en medio de la vorágine, encontramos esta sonrisa...





No podíamos irnos de León sin visitar la casa del poeta Rubén Darío. Una casa colonial de puertas grandes de madera y techos altos, con un amplio patio lleno de vegetación que le daba un toque melancólico. Entramos en su habitación, vimos sus borradores y hasta la cama donde falleció. Fue una sensación extraña, pero sin duda una suerte poder sentir cerca a alguien tan importante como lo fue él.





León es bonita para pasearla, para vivirla desde dentro, pero el tiempo apremia una vez más, y Rigo ya nos espera en nuestro querido minibús... Ahora sí, nos vamos al Pacífico, las playas de Poneloya nos esperan.

viernes, 12 de marzo de 2010

Masaya, el volcán que respira

¿Alguna vez habéis escuchado respirar un volcán? Yo tuve la oportunidad el otro día, y creedme que se escucha a la perfección. El Parque Nacional de Masaya está situado a media hora de Managua y en él se encuentran dos volcanes y cinco cráteres. Tras visitar el museo Masaya, Rigo forzó nuestro minibús cinco kilómetros hacia arriba hasta llegar a la boca del mismo volcán. El Masaya es un volcán activo, y según cuentan, siempre está saliendo humo de él. Impresiona el olor a azufre, y el vértigo al asomarte de puntillas hacia el cráter. En la Periodo Precolombino, el Volcan Masaya era objeto de veneracion de parte de los Indigenas. Creian que las erupciones eran senales de la furia generada por los Dioses y para tranquilizarlos ofrecian sacrificios de doncellas y niños pequenos. De hecho, en uno de los miradores del cráter, aún se conserva una enorme cruz de madera que pretendía bendecir el lugar, ya que la "Boca de fuego" representaba para ellos la puerta del infierno. Un lugar impresionante.





Después de disfrutar de un espectáculo de la naturaleza, nos llevaron a Coyotepe (cerro de los coyotes), donde se hiergue una fortaleza aparentemente pequeña, formada por cuatro cùpulas azules que rodean un edificio con dos plantas subterráneas donde se encuentran calabozos utilizados por la Guardia nacional en tiempos del dictador Somoza.





El guía nos condujo a través de pasillos largos, oscuros y estrechos, a la única luz de su linterna, que alumbraba en ocasiones pintadas de desesperación de los presos, o inclusos manchas de sangre. El lugar, absolutamente tenebroso y cargado de historias de desdicha y de injusticia, era digno de ser visitado, pero era muy difícil hacerlo sin sentir el horror que desprendía la humedad de sus paredes. Salimos de aquella oscuridad encogidos de tristeza, y nuestro pequeño gran mago lo supo, y quiso llevarnos a otro lugar especial, para desecharnos de malas vibraciones, y volver a respirar con normalidad...





La laguna de apoyo, en el pequeño pueblo de Catarina, se abrió ante mis ojos como una salvación; un lindo final para una película fea que me había hecho llorar. Sentada delante de un pequeño gran abismo de agua, donde dicen que puedes ver tus pensamientos cabalgar, me miré al espejo y volví de nuevo con el cargado trabajo de encajar las piezas de mi puzzle. Sonó la marimba al son de "Nicaragua, Nicaraguita", poniendo de nuevo el toque de magia al momento más bello de este día.

Después de comer una carne exquisita al olor de la brasa, tuvimos la oportunidad de visitar el mercado artesanal de Catarina, uno de los pueblos blancos de Masaya caracterizado por su artesanía. Aprovechamos para comprar algunos regalitos, también en los talleres de artesanos que visitamos (hamacas, palma, cerámica y cuero) y en el mercado de la ciudad de Masaya, donde pasamos una tarde agradable con tiempo incluso de asistir a una verbena popular con música y baile nica, y desfile de moda y calzado de diseñadores locales, todo en calidad de invitados de la embajada española. Tuvimos tiempo de conocer al famoso gueguense y a la gigantona, personajes burlescos españoles, él cabezón, bajito y mujeriego y ella alta, presumida y bien formada. Toda una parodia de los antiguos colonizadores españoles, y su actitud chulesca y altiva.





Fue tarde de compras y acercamiento a artesanos nicas, hubo incluso quien entrevistó a cada vendedor, y es que en aquél mercado todo era interesante, y en cada rincón encontrábamos algo lindo que llevar, o que contar.


jueves, 11 de marzo de 2010

Apretando manos, forjando nudos de compromiso

Volvimos al centro de Ticuantepe, y a las ponencias, charlas y reuniones al calor de Managua. Esta semana ha sido muy productiva en cuanto a estos encuentros, ya que poco a poco vamos conociendo el funcionamiento de cooperativas, de la universidad, y hasta del propio gobierno.
Tuvimos ocasión de visitar la UNAN (Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua), con un ambiente fantástico de comienzo de curso, y unas instalaciones preciosas adornadas con murales reivindicativos y muy coloridos, pintados por los propios estudiantes. Nos reunimos con el vicerrector de la Universidad y con los jóvenes estudiantes pertenecientes a la UNEN (Unión Nacional de estudiantes de Nicaragua). Conocimos los planes de acción social, sanitaria y medio ambiental que están llevando a cabo desde la Universidad, y una vez más nos sorprendió la gran implicación de la juventud nicaraguense con su entorno, y la magnitud del movimiento estudiantil en todas las esferas de la sociedad. También visitamos el INJUDE (Instituto de la Juventud Nicaraguense) y su Red Local de Comunicadores. En la puerta del instituto un mural a todo color con los rostros de jóvenes revolucionarios de Centroamérica y América del Sur, y a un lado : "Y ser jóvenes y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica" Salvador Allende.





El martes nos vestimos de gala y visitamos la Asamblea Nacional. Tras pasear por la avenida Augusto C. Sandino (antiguamente llamada Avenida Roosvelt y escenario de masacre y represión del gobierno Somocista) y visitar una exposición del terremoto de 1972, nos reunimos con jovenes diputados representantes de los municipios de Masaya, Rivas, Estelí y Managua que nos explicaron el funcionamiento de la asamblea y el trabajo parlamentario. Ese mismo día por la tarde tuvimos el placer de conocer a Edén Pastora, militar, político y guerrillero nicaraguense, y sin duda, un personaje vivo de la historia de Nicaragua. Escuchamos en primera persona la narración por su mano del asalto al palacio nacional de Managua, en 1978. Su voz retumbaba entre las paredes con sus gritos de guerra, y nosotros, embobados como niños a los que se le cuenta una aventura, escuchamos su versión, cuanto menos emocionante, del cambio de rumbo en la política de este país.



No puedo pasar contaros a cerca de un pequeño lugar de Managua, el malecóm de Salvador Allende. Un pequeño puerto y paseo por el lago Cocibolca, lleno de luz y colorido. Palmeras, maceteros de colores, el sol brillando en el lago, y un calor sofocante.



Como veis, vamos a un ritmo frenético, casi de infarto, y resulta complicado sintetizarlo todo, para haceros llegar todo lo que veo, oigo y siento... Aun así, yo sigo en el intento, ya que como mi hermana dice, mis proyectos son vuestros proyectos, y esto no tiene sentido si no lo comparto con vosotros. Gracias una vez por seguir cerquita, aunque nos separen miles de kilómetros, camináis a mi lado. Un beso enorme a cada uno de vosotros. Os quiero.

Los duendes de La Soñada


Reserva natural de Miraflor, posada La Soñada. Tarde de lluvia y de inspiración.

"Escribo desde la puerta de atrás de una pequeña casita de madera que nos acoge por esta noche. Frente a mí un inmenso paisaje verde y una lluvia ruidosa que empapa los caminos y va limpiando el polvo... Es la primera vez que veo llover en Nicaragua, y esta lluvia viene también para depurar mis ideas y para ayudarme a aclarar mis sentimientos. Escucho truenos a lo lejos, y aquí un poco más cerca, escucho gallinas, caballos, las gotas caer en los charcos, y las voces de mis compañeros que sentados alrededor de una mesa, charlan despacio como si quisieran respetar los sonidos de la madre naturaleza.
Sentir aquí es muy fácil, las emociones están a flor de piel y nuestros ojos se van cargando de miradas de color oscuro que miran más allá de la retina, y con facilidad se nos clavan en lo más profundo de nosotros. Alverto, Doña Francisca, Doña Delfina, Marelin, David, Tomás, Gilbert... todos tienen unos ojos limpios, oscuros como el café que nos ofrecen, cargados de compromiso y de humildad. Unos ojos por los que hablan y cuentan historias que en unos minutos han desmoronado todos los esquemas de vida que todos guardamos dentro. No importa lo material cuando aquí el valor fundamental es la vida y saber si podrás comer al día siguiente. Aquí en Nicaragua no se hacen planes a largo plazo, nos cuenta Jimmy, no hay tiempo para eso cuando el temor vivo de la última guerra y de que el suelo que pisas tiemble y se quiebre en un instante, te impiden pensar más allá de tu presente. Vine con poco y me llevo mucho... Al mismo tiempo vine con desmasiado, y me llevo lo esencial. Nicaragua me está enseñando a vivir..."

Podría haber seguido escribiendo toda la noche, pero lo que pasó después fue mucho mejor que miles de páginas escritas. La noche fue llegando con una luna llena que ofreció la luz suficiente para que todos los duendecillos que estaban escondidos detráss de las palmeras, entre el café, bajo los charcos, y entre los escalones de la casita del árbol fueran saliendo poco a poco. No los vimos, pero sabíamos que estaban allí porque todos teníamos una sensación extraña de hormigueo en los pies que subía cosquilleando por las piernas hasta quedarse remoloneando en el estómago. Aquella noche cenamos sopa de gallina y nachos con queso, hubo hogera, música y baile nica al son la lluvia, tropical, canciones de siempre que nos sonaron como nunca, silencios que todo lo dicen y la magia en su estado puro. Gracias Laura, por habernos ofrecido la noche más especial de Nicaragua, por llenar nuestros vacíos, y lograr el equilibrio... Lo último que recuerdo fue el sonido de la lluvia desde la cama, y una mosquitera blanca que me hacía cosquillas en la nariz... Los duendes existen, y viven en La Soñada. No los ví, pero los sentí

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Érase una vez, otra Venezia...

Érase una vez otra Venezia. Érase una vez la vida en su estado puro, y catorce chicos que se acercaron curiosos a conocerla. Ésta Venezia no tenía canales ni gondoleros vestidos a rayas. Tenía sin embargo casas de adobe, y calles desordenadas invadidas de gallinas. Las familias en esta minúscula comunidad del departamento de Estelí compartían el espacio de vida con sus animales domésticos, y los niños más pequeños caminaban descalzos por los montículos de arena con una seguridad pasmosa. Nosotros paseábamos entre ellos cargados con libretas, grabadoras y cámaras de fotos, y era imposible no sentirse ridículo con tanto artilugio ante la esencia misma de la vida. Doña Francisca, brigadista de salud nos recibía en su casa con música caribeña en la radio mientras las palomas revoloteaban por encima de nuestras cabezas. Doña Victoria cocinaba tortillas de maíz cuando entramos por la puerta de su casa. Nos explicó y nos mostró cómo de manera voluntaria se encargaba de realizar el diagnóstico de la malaria en su comunidad, y qué tratamiento debían seguir. Allí descubrimos una pequeña princesa que no hablaba, sólo se reía tímidamente.





La llegada al "hotelito" (como llamaban los campesinos al pequeño albergue donde nos hospedamos), y el reencuentro con el resto de los compañeros después de una mañana intensa, fue muy emotivo. Sentados en círculos bajo el sol contamos las experiencias y sensaciones vividas, y la empatía llegó a su punto máximo. Venezia había llegado a lo más profundo de nuestros corazones y nos descolocaba los esquemas de vida.

La tarde la dedicamos a los niños. Esos bajitos de ojos oscuros que nos arragaban de las manos en un descuido, nos llevaron en bandada a casa de Tomás, a enseñarnos sus vistas... Y a lo lejos, Honduras.



Y luego hubo tiempo de jugar a El patio de mi casa, El conejo de la suerte, un dos tres pollito inglés, y un sinfín de juegos más. Ezequiel, Rubén y todos sus amigos me devolvieron la energía perdida por la mañana, y me llenaron de vibraciones positivas. Lucía, Clara, Elena... les di muchos besitos de vuestra parte, y me los devolvieron para vosotras, en cuanto vuelva os los doy. :)






Hay poco más que añadir, creo que las imágenes hablan por sí solas... Impresionante.

lunes, 1 de marzo de 2010

Alicia en el país de las maravillas

¿Sólo han pasado cinco días sin pasar por aquí? Lo dudo... debe ser que en Nicaragua nos regimos por otro reloj, un calendario mágico que divide los días en meses y los minutos en horas. Aquí el tiempo se estira como el chicle, y cuando llega la hora de acostarse, se tiene la sensación de haber vivido una vida entera en tan solo veinticuatro horas...
El miércoles partimos como os dije para Estelí, y como prometían, la visita no decepcionó. Ya en la primera parada para el café reglamentario de media mañana, descubrimos un lugar muy peculiar, con sabor ecológico y el mimo puesto en cada detalle..."La casita"





Poco después conoceríamos a David, que nos presentó el proyecto IBERCOTEC (Red Iberoamericána para las tecnologías, que desarrollan nuevos códigos para la comunicación con la colaboración de Bolivia, Uruguay y Nicaragua) que nos hizo de guía y en los ratos libres nos enseñaba a bailar salsa y cumbia. Por la tarde en el parque de Estelimar (Parque de las ciencias de Estelí), lugar que visitan a menudo los niños de primaria para aprender jugando. Una especie de parque temático destinado a la educación. Allí tuvimos la suerte de conocer un grupo de pequeños de cinco años, que jugaron con nosotros hasta la saciedad y nos dejaron con una extraña sensación de ternura que aún hoy recuerdo. Marelin me miraba y sonreía, y me pedía caramelos, y me miraba y sonreía... No me olvidaré de sus ojitos.





Las Juventudes Sandinistas nos visitaron por la tarde, en el Parque de la Ciencia. Fue un verdadero placer escucharles hablar con tanta decisión y tal grado de compromiso y solidaridad con su pueblo. Conocimos proyectos sociales importantísimos que están llevando a cabo, y a pesar de llegar ataviados con gorras y camisetas del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), era fácil entender que aunque evidentemente existían rasgos políticos en su discurso,ellos, la juventud nicaraguense, son los que están haciendo crecer este país pasito a pasito. Nos provocó, eso sí, cierto sentimiento de envidia... ¿Qué pasaría en España si todos los jóvenes lucháramos juntos por la justicia y la igualdad? Apuesto a que las cosas cambiarían, y al menos es lindo soñarlo ¿no creen?





Al día siguiente viajamos a la Garnacha, una comunidad campesina en el marco de una reserva natural protegida que ofrece ecoturismo. Pablito nos explicó el funcionamiento de su comunidad, y resulta increible ser testigo de su manera de vivir; son autosuficientes y mantienen un desarrollo sostenible en armonía con la Madre Tierra. reflexión del día... es posible (¡y tanto!) otra manera de vivir y ser felices, otro modo de trabajar y substistir honradamente trabajando codo a codo y pensando siempre en el beneficio de la comundidad. Una nueva lección de vida, sí señor.





Subiendo y bajando por un sendero arenoso y empinado, descubrimos una puerta de madera vencida por el tiempo, que como el pozo por el que se cae Alicia en el país de las maravillas, nos transportó a un mundo paralelo lleno de misticismo. Alverto Gutiérrez (con "v", como él mismo lo escribe), nos mostró su cerro del Jalacate, lleno de rocas y piedras esculpidas por él mismo durante los treinta años de su vida ermitaña. Alverto nos contaba que esculpía en la montaña lo que por la noche soñaba, y entre versos inventados nos presentaba orgulloso su obra maestra. Extraña cordura dentro de su peculiar locura. La montaña nos ofreció el silencio que todos íbamos buscando, y Alverto jugó su papel de gran anfitrión.



Sin duda han sido unos días intensos... y queda aún mucho que contar, pero debo dosificar un poco mi tiempo, y seguiré contándoles en próximas entregas. Ya sabéis, más y mejor. Besitos y achuchones para todos, y mordisquitos para los pequeñ@s... Os quiero!



martes, 23 de febrero de 2010

Saboreando Nicaragua... bocaditos de felicidad


Hola de nuevo, familia!!! ya estoy aquí de nuevo para contaros, se me agolpan las experiencias y los sentimientos y es difícil contar todo lo que estamos viviendo en un simple post. Aprovechamos que atardece en el ranchón, el kilómetro cero de esta aventura, para sentarme frente al ordenador e imaginaros al otro lado de la pantalla, leyéndome.
Hoy y ayer hemos tenido un día duro de asistencia a ponencias. Hoy nos han recibido en la Procuraduría para la defensa de los Derechos Humanos muy amablemente, con café y dulces típicos Nicas. Omar Cabezas, Procurador de Nicaragua y militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y las Procuradores especiales de la mujer y de la diversidad sexual nos regalaron un rato de su apretada agenda. Nos llovió una ducha de palabras claras y contundentes, nos transmitieron hasta qué punto es importante su trabajo, y una vez más se nos quedó corto el tiempo para las preguntas. Hemos escuchados verdades muy rotundas que necesitan una larga digestión, eso desde luego.




Después visitamos la Cira (Centro para la investigación de los recursos hídricos de Nicaragua) donde escuchamos a Salvador Montenegro explicarnos la relación del empobrecimiento con el agua en este país.

Antes de ayer fue un día dedicado a conocer la geografía de Nicaragua y a disfrutar de la impresionante naturaleza de la que estamos rodeados... Volcanes, cráteres, lagos infinitos y mares salvajes... "En un lugar donde el agua es a volcanes y el tiburón hizo nido en agua dulce, el huracán pone un bosque en reverencia mortal tiembla la tierra, tiembla el mar de este lugar". Conocimos el volcán Mombacho y miramos entre sus entrañas, rodeados de fumarolas, escuchando monos y esquivando mariposas de colores imposibles. Desde 1150 kms de altura observamos el Gran Lago de Nicaragua, el lago Cocibolca, que esperaba ansioso nuestra visita en barco unas horas después. El atardecer desde la barquita con la que recorrimos el lago y algunas de las 365 islas que lo salpican fue... ¡Mágico! El Mombacho imponía con su figura a lo lejos, el sol se despedía poco a poco, y nosotros desde la proa saludábamos a los niños que desde alguna isla o alguna barca cercana nos sonreían y agitaban sus manitas. ¿Os imaginais que postal tan linda? Os dejo algunas fotos, creedme que merece la pena verlas, y más aún vivirlo.





En un ratito nos vamos a cenar y a la vuelta prepararemos la mochila. Mañana nos espera viajar a Esteli "El diamante de las Segovias". Allí estaremos cuatro días, compartiendo espacio, comida, cama y conversaciones con las comunidades campesinas que allí nos acogeran. Nos advierten de coger manga larga y una libreta para apuntarlo todo, al parecer serán días de intensas sensaciones que nos traeremos a cuestas. Estoy deseando adentrarme por tierras nicas, y hablar y hablar con esos rostros tostados de sol que siempre tienen una sonrisa a tiempo para ofrecer...
Volveré en cuanto pueda, y la tecnología nos lo permita. No me puedo despedir sin agradeceros vuestros comentarios... No imaginais la ilusión que hace leeros, y seguro que tampoco imagináis la llantina que me cogí ayer cuando descubrí vuestros emails y vuestros comentarios... Vosotros sí que sois un lujo. Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias... Por si no lo sabíais, y aunque me repita, me da igual, Os quiero!!!! Me acuerdo de vosotros y os echo de menos, pero creo que aquí estoy muy bien, aunque con mucho calor, y me voy a quedar unos diítas más No me esperéis esta noche para dormir!!! Hasta muy pronto, cuidaos mucho y sed felices!!!!!!!







lunes, 22 de febrero de 2010

Un recibimiento que nunca imaginé

Nueve horas de viaje para hacer unos 300 kms desde San José hasta Ticuantepe a través de la Panamericana. Tuvimos tráfico con camiones gigantes lluvia, niebla, sol y humedad. Y a mitad de camino llegó la gran sorpresa... debe ser que nos portamos muy bien porque Paco nos llevó a Puntarenas, un pueblecito costero y turístico del Pacífico que nos recibió con el carnaval, festival en la playa, música salsera, puestos con bebida y comida, la gente inundando el paseo marítimo y el mar, inmenso y sereno nos daba la bienvenida con un murmullo suave de olas... Desvestidos y sacudiéndonos las emociones para poder disfrutar el momento, tomamos unas Imperiales (cerveza típica) y... a la playa!!! El agua salada y cálida nos conquistó, y no pudimos resistirnos al encanto de un mar por descubrir. ¿Os cuento un secreto? ¡¡el agua del Pacífico está calentita!! Flotamos, nadamos, bailamos en el agua al son de la bachata y del reguetón latino. Creo que fue el baño más agradable de mi vida... Lisa, cómo te hubiera gustado, tú que eres mitad niña, mitad pez... Me acordé mucho de tí




Fresquitos y empapados de sal y arena llegamos a la frontera. Otro rato de espera y calor pegajoso que pasamos cantando copla española... ya sabéis que los españoles la liamos allá donde vayamos ¡Menudo espectáculo! Y después de dormir un poquito en el bus, vencido por el agotamiento de tanta emoción, por fin llegamos a Ticuantepe!! Nos esperaban todos los trabajadores del Centro de formación donde ahora vivimos, el alcalde de Ticuantepe con su esposa, y una banda de mariachis...





Sí, auténticos Mariachis, que amenizaron con gusto la velada, y que a la canción de "Nicaragua Nicaraguita" consiguieron que las lágrimas asomaran a nuestros ojitos, y es que la emoción de haber llegado, de estar aquí por fin después de haberlo soñado tanto, de las palabras de acogida de todos y tantas muestras de cariño nos desbordaron. Estábamos felices en toda la plenitud de la palabra, y en silencio nos mirábamos y nos sonreíamos diciéndonoslo todo sin palabras... Bailamos, bebimos, comimos cosas riquísimas... Y poco a poco Nicaragua fue entrando por nuestros ojos, por nuestra boca y por nuestra piel, para empezar a sentirla, como aquella noche nos dijeron, nuestra CASA.




Y aquí estamos, en nuestra casa. Disfrutamos de los amareceres, de las puestas de sol, de la papaya en el desayuno y hasta del agua fría de la ducha. Esto promete ser más que una aventura, y más que una simple vivencia. Estoy segura de que Nicaragua me cambiará, por dentro, y por fuera... Ahora os tengo que dejar, mañana seguiré escribiendo y contando todo lo que ocurra desde esta orilla del mar. Os quiero mucho, a tod@s!!

Costa Rica, pura vida!!!




Queridos y queridas mías!!!
Por fín tenemos internet, después de algunas incidencias y dificultades técnicas, y por fín puedo escribir en el blog para deciros tantas cosas...
Como sabéis, salimos de Badajoz el jueves 18 por la noche en autobús hacia Barajas. El viaje podéis imaginarlo, cada dos horas parando a recoger nuevos gansinos, bajada de turno y foto de familia con papás y mámás. No había sueño, y como buena familia, hasta que no se montó el último de nosotros, no estuvimos tranquilos para descansar un rato hasta llegar a Barajas. Allí nos esperaban unas largas horas por delante hasta coger el avión que nos traería a este lugar idílico desde el que hoy os escribo.




El viaje, emocionante... había algunos que no habían montado nunca en este enorme pájaro, y pudimos disfrutar de la sensación de volar durante muchas, muchas horas... El aterrizaje fué algo tortuoso, ya que en vez de tomar tierra desde el Atlántico, lo hizo girando, desde el Pacífico (lindo Pacífico...). Gracias Ramón, mi mimo particular por darme la manina en el ratito de susto... Y voíla!!! Llegamos a tierras Costarricenses!!! bajamos con las almohadas y las mantas que muy amablemente Iberia nos regaló, pero la bofetada de aire caliente y húmedo nos transportó de un plumazo al clima tropical. Luego hubo un rato de desesperación con las maletas, demasiado peso después de 13 horas agarrotada en el minúsculo asiento del avión, tropezones de las prisas, tensión en el escáner por los lomos y los quesos (gracias Paco por tus intervenciones justas en el momento adecuado...) y por fín al autobús que nos llevaría al gran Hotel Costa Rica. San José nos resultó una ciudad acogedora y humilde, nos sorprendió la gente el la calle, el bullicio de la plaza y los pequeños vendiendo lápices por 500 pesos (y eso cuántos córdobas son? y cuántos dólares? y en euros?? menudo lío con los cambios de moneda...). Una duchita rápida y una cena de lo más agradable. Por fín en Costa Rica, por fín podíamos dormir en un hotel con encanto (Kennedy estuvo allí) y disfrutar de la última noche antes de llegar a nuestro destino: Nicaragua.